Partimos del principio que el Teatro del Oprimido es del/la oprimido/a y debe ser hecho por el/la oprimido/a y para el/la oprimido/a. Y no debe, en hipótesis alguna, servir, beneficiar o apoyar al sistema que oprime, explota, controla y manipula, objetivando la acumulación para pocos a costa de la explotación de muchos/as.
El Teatro del Oprimido debe ser practicado para humanizar la humanidad; para la revuelta del/la oprimido/a y no para su adaptación; para la apropiación de los medios de producción cultural y no para el aprisionamiento al consumo; para revelar la estructura del conflicto y no para pacificarlo en la ignorancia; para estimular la acción que exige y construye el cambio y no la espera del favor; para ayudar a abrir los ojos y no para cegarlos con subterfugios camuflados de solución.
El Teatro del Oprimido debe servir para una actuación solidaria, ética e internacional contra la miseria, la injusticia, la opresión, la discriminación, la depredación y la privatización de recursos naturales, sociales y culturales, el cercenamiento geográfico y la explotación del trabajo. Una actuación solidaria, ética e internacional por la justicia social, distribución de la riqueza), igualdad de oportunidades, respeto a las diversidades, libertad de circulación, sustentabilidad y equidad de acceso a recursos naturales, sociales y culturales y, por la solidaridad y felicidad de todos/as.
El Método creado por el teatrólogo Augusto Boal está fundamentado en la Estética del Oprimido, que se concentra en el combate a la invasión estética de los cerebros, la dominación de ideas y de percepciones y la imposición autoritaria de concepciones preestablecidas de bello, de cierto y de deseable. Combate a las estrategias perpetradas por el sistema opresor que usa medios estéticos – sonido, imagen y palabra – para influenciar y convencer los/as oprimidos/as de que son incapaces de crear, de participar y, especialmente, de decidir. La Estética del Oprimido estimula la producción creativa y crítica de cultura y de conocimiento y es ejercicio pleno de libertad.
Por eso, para ser practicado adecuadamente el TO precisa que los participantes disfruten de plena libertad de elección: para participar, elegir los temas de su interés y definir metas y estrategias de acción, dentro de los límites de sus posibilidades. El grupo precisa apropiarse de los medios de producción para expresar deseos y necesidades de transformación de la realidad que lo oprime, estando conciente de desafíos y riesgos para volverlo público y determinado a enfrentarlos.
Como se puede verificar, el TO tiene fundamentos inconciliables con la concentración de riquezas para una minoría, con la explotación de la clase trabajadora, con una educación bancaria, con la adaptación a-crítica, con el encuadramiento forzado a reglas preestablecidas y con el mantenimiento del status quo. El TO es un Arte Marcial de combate abierto a los principios que son la base del sistema de explotación.
La diseminación, el mantenimiento y desarrollo de la ideología, sobre la cual este sistema opresor está basado, quedan a cargo de diversas instituciones sociales, tanto públicas como privadas, como las de enseñanza y de investigación, las de fiscalización, las de mantenimiento del orden y de protección a la propiedad privada, las de comunicación, las de salud, las de segregación, entre otras.
Muchas veces, como practicantes de TO, actuamos en estas instituciones con la convicción de estar luchando por la transformación de la realidad cuando, en verdad, estamos al servicio del mantenimiento del orden establecido. Podemos tener la visión ofuscada y la percepción perjudicada por avances ilusorios que camuflan las consecuencias prácticas de la ratificación de la legitimidad de la institución en cuestión.
En una cárcel por ejemplo, el TO sólo puede cumplir sus objetivos cuando presos, presas y guardas tienen libertad de discutir cualquier tema dentro del taller. Claro que esta condición de libertad para el diálogo también dependerá de la habilidad, experiencia y disposición del/la Curinga en abordar ciertos temas, en el caso de estos representaran cuestiones éticas, que en el ambiente carcelario es relativamente frecuente. Es necesario que haya libertad para el desarrollo del proceso estético, mismo que el producto artístico que de allí resulte, caso resulte, no pueda ser compartido con el público, por limitaciones internas o externas al grupo. El proceso estético debe significar una experiencia de libertad y de apropiación del medio de producción.
La cárcel es una institución al servicio del sistema opresor, una institución estratégica. Si el/la Curinga no estuviera/se consciente de las contradicciones internas y externas de esta actuación corre el riesgo de ver su trabajo encuadrado apenas como entretenimiento sin espacio real de crítica o cuestionamiento, transformado en teatro didáctico clarificador de las reglas vigentes y facilitador de la adaptación. Dentro del sistema carcelario solo es posible avanzar en el sentido real del Teatro del Oprimido cuando se consigue trabajar en los vacíos de contradicción del propio sistema, donde hay espacio para lo insólito, lo inesperado y, en alguna medida, lo transformador.
Lo mismo se podría decir para el trabajo con el TO en las escuelas, que para ser adecuado, precisa que la participación no sea obligatoria y el proyecto no busque la adaptación de los/as estudiantes al status quo pedagógico de la institución. Es fundamental que exista la posibilidad de cuestionamiento de las relaciones de poder para que el trabajo con el TO no sea cooptado, domesticado o transformado en teatro didáctico. El TO no es para enseñar lo que sea considerado “cierto” por una elite política, económica, social, cultural o intelectual y sí para cuestionar la realidad, dudar de lo cierto, estimular reflexiones y construir alternativas.
Muchos practicantes de TO desarrollan acciones en hospitales psiquiátricos, otro sector social históricamente opresor, con función estratégica de mantenimiento del orden, a través de la exclusión de los diferentes. En ese ambiente es todavía más difícil resguardar la libertad de participación de usuarios de esos servicios y, al mismo tiempo, respeto a sus elecciones temáticas, más allá de conquistar espacios que garanticen el carácter lúdico del trabajo sin dejarlo caer en el puro entretenimiento ocupacional.
A pesar de ser instituciones que sirven al mantenimiento del sistema opresor, ofrecen espacios de contradicción, donde el trabajo con el TO puede crear brechas de diálogo y caminos de transformación. Entretanto, la falta de visión crítica del contexto más general en el cual ese trabajo está inserto puede facilitar el quedar en la trampa institucional, que coopta e incorpora, transformándolo en una estrategia más de adaptación y sostenimiento de las estructuras de poder vigentes.
El desarrollo de un proyecto de TO hecho de forma adecuada, con base en los principios éticos, estéticos, pedagógicos, políticos y filosóficos del Método, invariablemente, llevará al cuestionamiento de la propia existencia de la institución. Eso porque se basará en la perspectiva de quien se siente oprimido por la estructura y/o por las relaciones desarrolladas dentro de ella. La perspectiva de quien desea y necesita a transformación de esta estructura tiende a su cuestionamiento como eje central.
¿Y en las empresas privadas, donde las relaciones son mediadas por la dependencia económica, influenciadas fuertemente por la lucha cotidiana por la sobre vivencia, del lado de los trabajadores, y por el interés explícito y prioritario de mantenimiento y ampliación del lucro, del lado de los empresarios, sería posible desarrollar una acción con el TO, conciliando sus fundamentos éticos con los intereses del capitalista contratante?
En un caso de esos: ¿Quién demanda y contrata el trabajo? ¿Cual es la motivación de esta contratación? ¿Quién define metas y objetivos de este trabajo? ¿Quién define el tema a ser abordado? ¿Cual el público a ser beneficiado? ¿Público beneficiado o público cautivo? ¿Cual la efectiva participación de este público en el proceso productivo? ¿Cual la libertad de participación de este público? ¿Cual la real posibilidad de este público en rechazar el participar, mismo no siendo objetivamente obligado? ¿Cual nivel de constreñimiento trabajador influencia la toma de decisión de ese público? ¿Cual nivel de control institucional es percibido por el público sobre sus acciones y propuestas? ¿Las propuestas del público representan sus reflexiones y necesidades o buscan corresponder a las expectativas del contratante y el consecuente mantenimiento del puesto de trabajo?
La motivación del capitalista es el lucro, nada más comprensible. Cuando se preocupa con la salud y la ampliación del nivel de escolaridad del trabajador, la disminución del machismo, del preconcepto y de las tensiones en el ambiente de trabajo, la descontaminación en el proceso productivo, la producción orgánica o la reducción del calentamiento global, el capitalista está enfocado en el crecimiento del lucro. Sea a través del aumento de la productividad de trabajadores saludables, bien educados y felices o de la ampliación del mercado, atrayendo consumidores conscientes y dispuestos a pagar más por producciones socialmente responsables y ecológicamente sustentables.
La motivación del TO es la transformación de realidades opresivas, en la perspectiva de quien se siente oprimido/a por ellas. La tarea del TO es revelar la estructura del conflicto y facilitar el camino de análisis a partir del caso particular hasta el sistema social, económico y cultural en el cual está insertado. De forma de promover la comprensión de las causas y consecuencias de tal fenómeno, que en un primer plano parecía tan particular y específico, a estimular la búsqueda colectiva de alternativas de solución.
En esa perspectiva, el espacio de actuación del Teatro del Oprimido en una empresa privada seria en el abordaje de las contradicciones inherentes a la relación capital trabajo. ¿Pero que capitalista en sana conciencia invertiría recursos financieros en ese dolor de cabeza?
Hacer espectáculos para concienciar sobre la necesidad de prevención de accidentes de trabajo, la importancia de relaciones respetuosas en el ambiente de trabajo, el uso adecuado de recursos, entre otros temas bien intencionados, es realmente loable. Pero llamar eso de Teatro del Oprimido es absurdo. En ese caso, utilizar técnicas como Teatro-didáctico, Teatro-empresa, Teatro-educación o crear algún tipo de Teatro-mercadería es más adecuado, justo y ético.
A lo largo de sus 23 años de existencia, el Centro de Teatro del Oprimido, bajo Dirección de Augusto Boal, recibió financiamientos de la Petrobras – la empresa estatal de Petróleo; de la Caixa Cultural y del Centro Cultural do Banco do Brasil – lados culturales de dos bancos estatales; y del BNDES – banco nacional de desenvolvimiento económico y social; que son los mayores financiadores en cultura en Brasil. En ninguno de estos casos, los recursos fueron utilizados para actuar dentro de estas empresas, mismo siendo estatales, con sus respectivos funcionarios. Los proyectos desarrollados con esos financiamientos sirvieron a la formación de Multiplicadores dentro de organizaciones de la sociedad civil y al desenvolvimiento de grupos comprometidos con la emancipación comunitaria.
Por otro lado, el equipo del Centro de Teatro del Oprimido ya desarrolló proyectos con la Asociación de Ingenieros de la Petrobrás cuestionando las propuestas de privatización de su dirección, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Además de diversas actuaciones con sindicatos de los bancarios.
Como deja claro Augusto Boal en la página 253 de su último libro, Estética del Oprimido, lanzado en septiembre de 2009, sobre la búsqueda de finaciamiento:
"... trabaja(mos) con campesinos, jamás para latifundiarios. Con operarios, jamás para sus patrones. Con oprimidos, jamás para opresores.... Algunos grupos deshonestos usan pedazos amputados al Método para, obedientes, ayudar opresores: traición."
Para capitalistas-mecenas, caso existan, que tengan deseo en invertir en el Teatro del Oprimido, tenemos muchos proyectos comprometidos con el desenvolvimiento comunitario para recomendar, donde son los/as oprimidos/as quienes deciden lo que, para que y como hacer.
Por más que sean vitales, los financiamientos no pueden des-caracterizar la esencia revolucionaria de nuestro trabajo, que busca emancipar y no domesticar.
Traduccíon: Fernando Ferraro
No comments:
Post a Comment